¿Qué es?

El tratamiento con toxina botulínica es uno de los tratamientos más estudiado y seguro en medicina estética. Es un tratamiento altamente efectivo para reducir la apariencia de las arrugas, brindando un aspecto más rejuvenecido.  

 Consiste en la infiltración de pequeñas cantidades de este fármaco específico en los músculos de las regiones a tratar, ejerciendo en ellos una acción de neuromodulación, es decir: una disminución de la contracción muscular, actuando a nivel de la transmisión del impulso de la terminación nerviosa al músculo para que se contraiga. 

 Con este tratamiento evitamos las arrugas por gesticulación en zonas como frente, entrecejo y perioculares (patas de gallo), aportando un aspecto fresco y natural. 

Tratamiento neuromodulación

En qué consiste

Este procedimiento mínimamente invasivo consiste en inyecciones precisas que relajan temporalmente los músculos específicos, suavizando las arrugas dinámicas causadas por el envejecimiento y las expresiones faciales. 

En medicina estética, este procedimiento suaviza las arrugas más pronunciadas que pueden dar al rostro un aspecto cansado o amargado, devolviéndole así una apariencia naturalmente descansada y relajada.  

La infiltración se realiza con una jeringa y una aguja muy finas, que la hace prácticamente indolora. El tratamiento se realiza en una única sesión y el paciente puede incorporarse de nuevo inmediatamente a sus actividades habituales.  

Su efecto aparece alrededor del 3er/4º día, y es completo a los 7-10 días. 

No se trata de un tratamiento definitivo y habitualmente las infiltraciones deben practicarse dos veces al año (cada 6 meses) pero se observa, sin embargo, que con las sucesivas infiltraciones el resultado es más duradero. 

Antes y después

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Preguntas frecuentes

Su aplicación es muy sencilla y apenas dolorosa, debido al pequeño tamaño de la aguja que se utiliza durante su infiltración. 

Los resultados empiezan a notarse entre 2 y 4 días después de la inyección. El efecto desaparece gradualmente y los músculos recuperan su función entre 4 y 6-8 meses después de la inyección dependiendo del tono muscular inicial. Por ello, es recomendable repetir el tratamiento cada 6 meses. 

No existe ninguna restricción sobre la época del año en la que se debe aplicar, por lo que se puede realizar en cualquier estación. 

Desde que empezó a realizarse este tratamiento, comenzó la controversia sobre su uso, apareciendo defensores y detractores del mismo. Para algunas personas, el procedimiento provocaba ‘falta de expresividad y artificialidad’, mientras que para otras era la técnica perfecta para deshacerse de las arrugas del entrecejo o de la frente que tanto les envejecían. 

En realidad no es el producto en sí lo que se debe cuestionar, sino la manera de inyectarlo y la elección del paciente, razones principales por las que este tratamiento puede fracasar. 

Para obtener los mejores resultados es imprescindible que el médico que lo realiza posea un profundo conocimiento de la anatomía facial. De esta forma, estudiando las características anatómicas de cada paciente, se obtiene un resultado natural sin alterar sus rasgos ni su expresividad. 

Para toda persona que quiera atenuar o eliminar arrugas de expresión como patas de gallo (perioculares), arrugas de la frente o las que se producen al fruncir el entrecejo, desde la década de los 20 hasta los 65 años. 

No. Cuando pasa su efecto, el músculo recupera su actividad normal, nunca incrementada, y el tiempo que el músculo ha estado relajado hemos evitado la marca de las arrugas en la piel. 

Es muy útil en el tratamiento del bruxismo (rechinar de dientes por exceso de contracción del músculo masetero) y de la hiperhidrosis axilar o palmo-plantar (sudoración excesiva). 

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